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Museografía Low Cost

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Trampantojo en el yacimiento arqueológico de Augusta Raurica (Suiza)



Al calor de la tan sobada coyuntura económica vigente se han alumbrado algunas estrategias inéditas alrededor de la actividad cultural que, con más o menos éxito y menor o mayor rimbombancia, vienen a contraprogramar el estrangulamiento al que ha sido condenado el sector desde la nada inocente idea de la prescindibilidadde semejante boato en estos tiempos de trinchera. Y no, no referiremos aquí la fórmula cananita –por las bodas bíblicas– mediante la cual el Museo Arqueológico Nacional ha sacado leche de una alcuza, completando su dotación de personal con la merma de otras instituciones afines. Alcanzar más con menos, aunque con un poso bienintencionado, sí será pues el objeto de acciones como el crowdfunding, el crowdsourcing, el coworking, el empoderamiento, la ocupación, las patrullas vecinales que limpian voluntariamente su patrimonio y otros distintos grados de colaboración y activismo social. 

Aunque en la raíz de estos nuevos modelos bottom-up haya que entender la forzosa reacción contestataria del que asume imposible insistir en una vía ya extinta, es por todos deseable –un todos que nos encarna en comunidad– que continúen desempeñándose tras este contexto adverso y logren evolucionar también en la gestión del éxito, asegurando la independencia de los proyectos aún en momentos de bonanza e integrándose con juicio entre las herramientas de promoción pública de la cultura.Unos procesos de larga duración que, en cualquier caso, requerirán tiempo, una firme apuesta por la educación y desde luego un análisis más amplio que el presente, pero de cuyo denominador común cabe extraer ya una enseñanza aprovechable para las escuetas decisiones del día a día que van a empedrar ese trayecto: se trata de resolver con imaginación la ausencia de respaldo económico. Ajustemos ahora la escala: las instalaciones museográficas de proyección monumental que bajo la consigna “ningún pueblo sin su centro de interpretación” nos han traído hasta aquí, invitan al replanteo. Sobran cascarones vacíos. ¿Con qué recursos prácticos cuenta hoy el agente cultural vinculado a estos proyectospara trabajar  en la dirección opuesta? 

Virtualización fotogramétrica de una pieza arqueológica
Trasladar al plano virtual las visitas, las colecciones y la carga didáctica de estos equipamientos culturales supone hoy una opción tan factible en lotécnico y asequible en lo económico como atractiva para la captación de los nuevos públicos. Así, la virtualización del Patrimonio no compromete la conservación de los restos, ahonda en su exhaustiva documentación, tampoco excede en tanto sus capacidades de carga turística, posibilita una difusión exponencial de los mismos e incorpora la oportunidad de reinterpretación futura sin mayor coste o afección a los originales. Se erige entonces como complemento a la preparación de la visita al espacio físico o como eficaz alternativa cuando éste no es accesible temporalmente o su entidad no justifica su musealización y responsable mantenimiento posterior. Explorar sólo superficialmente la potencialidad de esta herramienta –también sus implicaciones éticas–, superado el vértigo y sólo apuntando de soslayo la revolución que comportará el desarrollo en la parcela de la impresión 3D o la realidad aumentada en los próximos años, requerirá un artículo específico del que ocuparnos en siguientes colaboraciones.

Otro elemento low cost de apoyo interpretativo, y si se quiere de un alcance más cotidiano, es el que ofrece la ventana de Leonardo. El calcado de la perspectiva cónica sobre el plano translúcido de este soporte permite incorporar sobre la imagen contemplada capas de información textual o gráfica que agregan contenido de valor para el espectador y, sobre todo en el caso de las estructuras arquitectónicas, facilitan su comprensión. Una suerte de vertiente analógica de la realidad aumentada que arroja un resultado efectista pero aún infrautilizado en este país. En la misma línea acomodaríamos algunos añadidos, como los más conocidos pavimentos cromáticos–gravas neutras y otros áridos en los yacimientos arqueológicos– para delimitar por colores espacios y usos distintos,  las líneas de planta trazadas en superficie desde el vestigio conservado para señalar la  prolongación virtual de una estructura perdida o soterrada tras su estudio, especialmente útil para comunicar el recorrido de las desaparecidas murallas por entramados urbanos modernos, o el empleo de trampantojos sobre un fondo adecuadopara representar volumetrías desde unos zócalos o edificaciones que apenas conserven su desarrollo vertical. Cabe valorarse en cualquiera de estos medios, o en otros de proceder análogo, la comprensión última de la importancia de los códigos visuales en la sociedades contemporáneas. 
Ventana de Leonardo sobre la Puerta de Toledo (Ciudad Real) a cargo de Balawat.
No demuestra menos entendimiento de la forma en que la población percibe y le son transmitidos hoy los mensajes el hecho de intensificar el efecto de los mecanismos anteriores a través de los recursos tecnológicos. De este modo, la utilización de sistemas de alumbrado localizado en varias tonalidades para definir ambientes diferenciados –tal vez por su temperatura, como en unas antiguas termas– o destacar la significación de un determinado recinto, y más raramente los cañones de luz para restituir volúmenes longitudinales, habilitan más opciones en este sentido. Las proyección de imágenes de mayor o menor definición y dimensiones sobre su emplazamiento primigenio, como la planteada con los frescos de la Iglesia de Sant Climent de Taüll, inauguran nuevas posibilidades que redundan en lo expuesto. Distinción especial merece la facultad evocadora de los sonidos. Se refirió en las anteriores Jornadas de Museos Locales del Museo Etnológico de Valencia el montaje de una modesta exposición  en un entorno rural que pretendía llamar la atención sobre la emigración y el drama de la despoblación connatural en estas regiones más deprimidas del septentrión montañoso durante el último siglo. Armada con los más escasos mimbres que muy fácilmente van a poder concebirse, la propuesta consistió en el itinerario por las habitaciones de un viejo caserón que, conservando su mobiliario, ofrecía la estampa de haber permanecido inalterado desde su precipitado abandono. En cada estancia un resorte vinculado a un objeto –una cómoda con utensilios de tocador, un perchero con un sombrero asido, una mesa servida– activaba una locución por la cual un diálogo conyugal, la monótona banda sonora del quehacer doméstico o una despedida ahogada entre suspiros terminaban por componer  una historia. La necesidad apretaba y la maleta descendía del altillo.

Cuando se trata de conectar con la experiencia personal del usuario cultural no puede desdeñarse el catálogo de técnicas de bajo coste que brinda la teatralidad. Desde las visitas recreadas por personal especializado a partir de la indumentaria, la decoración o la asunción del rol de un personaje, a la disposición de maquetas figuradas que sirvan a la contextualización y en ciertos aspectos vivifiquen un espacio deshumanizado sin noción aparente de la actividad que debió acoger. El sutil aprovechamiento del entorno para impulsar estas cualidades miméticas, como el ideado en el Parque Arqueológico de Belmaco, incide también en lo acertado de estas estrategias. Que en este santuario rupestre supiesen transformar una debilidad en ventaja al adecuar el túnel de obra que en principio afeaba el acceso de los turistas como un sugerente “túnel del tiempo" empuja a cuestionarnos si en ocasiones no nos condiciona más la creatividad –o su carencia– que las telarañas del bolsillo.
Maquetas figurativas en el Centro de Interpretación del Monasterio de San Juan de la Peña (Huesca)
Es tan cierto que este inventario de la inventiva en el ámbito museográfico no descifra ningún secreto alquímico para la recuperación de un sector en descomposición como que nunca lo ambicionó. Tampoco las alternativas presentadas son un dechado de austeridad salvo si se comparan con las intervenciones directas sobre las ruinas que tradicional y faraónicamente se han venido realizando. Ni hay soluciones únicas ni tan siquiera se han descrito más que unos pocos ejemplos que puntualmente han resuelto unas circunstancias concretas. Un lema toma cuerpo estos días en unas calles que hierven a cada envite con mayor agitación: se puede. Pues bien, se puede. Existe otra manera de hacer las cosas también aquí.

Quique Macías.




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