Hace 30 años, sin ir más lejos, mis ojos vieron las largas colas que se hacían en las puertas de los cines para ver la película de estreno. Aún era el acontecimiento de la semana. La era digital, ha ido progresivamente borrando sus huellas hasta hoy día, momento en que las magníficas salas de cine que en su momento estuvieron a rebosar se disfrazan de comercios y otro tipo de establecimientos en pro de su supervivencia. Los jóvenes que se adentran tras sus puertas, desconocen que años atrás, ese mismo espacio era centro de ocio de muchos ojos ansiosos de novedades visuales.
Antiguo teatro Jovellanos, ahora biblioteca municipal. |
El cine empezó como espectáculo popular y estacional. En el caso de Asturias, su aparición va estrechamente ligada a las ferias y fiestas locales de verano en las tres ciudades más importantes de la provincia.
La primera proyección cinematográfica de Asturias fue en Gijón un 12 de Agosto de 1896, en coincidencia con las fiestas de la patrona local, en el Teatro Jovellanos, según indican las gacetillas de la época. Poco tiempo había transcurrido desde la primera exhibición en Madrid el 15 de Mayo. Seguidamente, Avilés el 22 de Agosto y Oviedo el 12 de Septiembre, presentaron a sus ciudadanos en nuevo invento.
La aparición de este invento se une a la vorágine de nuevos aparatos y técnicas, como los rayos X o Roetngen, que eran muy del gusto de fin de siglo, ansioso de novedades y progreso. Los locales en estos años son efímeros, predominando su presencia en las ferias, las barracas, pero sin lograr desbancar a las representaciones ubicadas en teatros.
Estas eran construcciones de estructura simple de tablas de madera cubiertas de lona impermeable a dos aguas, fácilmente transportables. Albergaban plazas en general y preferente, espectadores de primera y segunda clase se daban cita en el mismo lugar. Interiormente estaban formados por bancos corridos y con el proyector a la vista de todos, pues era el protagonista junto con las imágenes que emitía. La fachada concentraba la decoración como foco de atención, a lo que se sumaban órganos y orquestillas. El cinematógrafo compartía espacio con teatro, bailes, magia, canción y otras variedades. La mayoría duraban de mediados de Julio a mediados de Septiembre, instaladas en el paseo Begoña.
Un año después reaparece en la provincia, en Gijón un cinematógrafo Lumiére se establece en el bajo de la casa 33 del paseo Alfonso XII, donde se proyectan las primeras películas de impronta gijonesa, como “Vista de un rompeolas a la salida de misa de la Iglesia de San Pedro”.
En Gijón 1899, dos empresas se dedican a proyectar imágenes en movimiento: La Sociedad científico-recreativa Foto-Club que proyecta sesiones en el Teatro Jovellanos entre febrero y abril, con temáticas de actualidad local, nacional e internacional. El aparato utilizado en la Sociedad Foto Club pertenece al fotógrafo gijonés Arturo Truán. La audiencia se comparte en época de fiestas con el cinematógrafo ambulante Lumiére a cargo del empresario zaragozano Eduardo Jimeno y su hijo, que recorren la provincia en época festiva con sus espectáculos. Instala en Gijón el salón Variedades, donde se proyecta cine y representan obritas cómico-dramáticas.
Poco a poco van proliferando empresarios, salas y espectáculos dedicados al nuevo arte, como Antonio Sanchís que instala el Pabellón Royal Cosmograph, combinando cine con bailarinas, cantaores y excentricidades. La clientela primisecular asturiana demanda cambios en su estructura y contenidos, pasada la sorpresa inicial del invento. En 1903 aparece una nueva barraca, el Salón Luminoso, con sede en invierno en la calle Corrida y en verano en el Paseo de Begoña y oferta de cintas rodadas en Asturias.
En Oviedo sucede similar, pero los cinematógrafos ya no se instalan en barracas sino en locales de rango algo superior, encarnados por el Teatrito del café Pasaje en la Calle Uría, regentado por José Zuazua, con sesiones en época festiva y el nuevo teatro Ovies, constuido ad hoc en la calle Cimadevilla, con sesiones hasta finales de diciembre, son los que copan las proyecciones en la ciudad. En Avilés, la presencia del cine quedaba restringida únicamente al Teatro Circo Somines.
El cine en estos primeros momentos era peculiarmente peligroso, las barracas por sus materiales eran fácilmente combustibles, junto con las oscilaciones de imagen de los primeros aparatos que provocarán molestias oculares y los lugares de exhibición insalubres e incomodos. Además, la oscuridad de las salas era escenario perfecto de conductas licenciosas. Esto hizo que fueran sobre todo las clases medias y bajas los primeros espectadores masivos. Las clases elevadas gustaban de ir al teatro tradicional, donde no solo veían una obra, sino que era en sí un acto social de encuentro y exhibición.
El nuevo espectáculo se consolida y el público que antes buscaba novedad y asombro de las imágenes en movimiento, ahora busca variedad en las tramas para su entretenimiento y disfrute. Ya no es un invento, sino que pasa a ser un espectáculo consolidado, llegado para quedarse y la temporalidad se va rompiendo en favor de un circuito de representaciones, con independencia de los locales, que iguala las cintas presentadas, condicionadas lógicamente por la oferta de las casas distribuidoras. El alquiler de películas sustituye a la compra y con ello, la progresiva muerte de las ferias. Se vislumbran procedimientos comerciales más cercanos a los actuales, en los que la rápida distribución de material sacia las necesidades de un público ansioso de historias.
En 1912 Miguel García de la Cruz proyecta el salón Doré para Fidel del Río y Nemesio Fernández. Se inaugura en 1914 y posteriormente se le conoce como Imperio hasta 1954 |
Aunque en coexistencia por un tiempo con la barraca, surge una nueva tipología de ubicación, los Pabellones, superación de la feria, del que mantienen público, formas y espectáculo, pero sin llegar a la distinción y oferta del teatro. Las sesiones cinematográficas comienzan a proyectarse los 12 meses del año. Son diseñadas por un arquitecto, combinando carácter estacional y distinción y comodidades, según la normativa vigente.
El Salón Luminoso en 1908 cambia de dueño y de cara, convirtiéndose en el Pabellón Modernista, más centrado en el cine, pero aun con variedades, hasta 1914 en que cerrará sus puertas. Cede su espacio destrozado por ciclón, en el Paseo Begoña al Salón Doré, una de las primeras salas de cine como tal.
Los teatros fueron incluyendo entre sus programas oferta cinematográfica. Ejemplos son el Jovellanos, el Dindurra y el teatro-circo Obdulia, que más tarde será los Campos Elíseos. El nuevo concepto de cine necesitará salas para tal fin, buques insignia donde se estrenaban las películas en la ciudad, aunque en los localizados en el extrarradio, seguirán combinando proyecciones con espectáculos, bailes, teatro y hasta boxeo, como en los barrios del Natahoyo, Calzada, Vega o Pumarín.
Teatro Dindurra, en el Paseo de Begoña, antes Paseo de Alfonso XII. |
La importancia que cobra la visión de la pantalla hace disponer en la sala tres pasillos entre butacas orientados a la pantalla además de proporcionar espacios de relación social como vestíbulos y bar, generalmente en el entresuelo.
El embrión del principio se transforma hacia la segunda década de siglo en espectáculo de masas, origen de las salas modernas. Los precios de entrada variaban en función del estrato social y zona del cine donde se colocará el espectador, butaca, entresuelo o anfiteatro. Los arquitectos eran casi siempre los mismos, Miguel García de la Cruz, Somolinos, Negrete, y sobre todo los del Busto, creadores de salas como El Robledo, Roxy o Roma, Avenida, María Cristina, Álbéniz…, todos ellos con tipología modernista, art decó o incluso racionalista, según la época. Reflejan la evolución de la época y la ciudad. En los años 50´s pertenecen a unos pocos empresarios, destacando Consuelo Laca, Asdrúbal de la Huerga y Fernández Arango.
Teatro Circo Obdulia, más tarde Los Campos Elíseos |
En 1920 existía el Teatro Cine Ideal, propiedad en 1943 de A Muñiz Ovies, y en 1925, inaugurado un año después, aparece el Gijón Cinema, construido por el arquitecto Del Valle para Dionisio Cifuentes, en lo que antiguamente era un taller de maquinaria entre medianeras y cuya medianeras y cuya al daba a Rodriguez Sampedro. Un año después abre sus puertas el llamado Cine Moderno, propiedad de Jose María González en 1943.
El primer edificio para cinematógrafo en Gijón fue el Versalles, posteriormente Goya, edificado en 1909 se inaugura un año después y se mantendrá en pie hasta 1987, hoy Hotel Begoña. |
En 1917 se inaugura el cine Robledo, de traza modernista, con reminiscencias historicistas, construido por Juan Manuel del Busto para Emilio Fernández Robledo. Fue gestionado por la empresa Méndez hasta 1925 y en 1934 ya estaba en manos de la Empresa de Espectáculos del Noroeste de España. En el 43 pertenece a Asdrúbal de la Huerga. Situado en el corazón de Calle Corrida y con voluntad monumental. Fue durante la década de los 20 por corto espacio de tiempo el Casino Royalty.
El cine Roxy, más tarde Cine Roma fue obra de Manuel del busto en 1932, de estilo art decó, para el promotor y propietario José González. Destaca su fachada con un frente iluminado en un reducido frente entre medianeras a la calle Moros. La fachada tiene carácter de enorme cartel publicitario esculpido, en movimiento ascendente, que busca dar el espaldarazo en la dignificación del cine gijonés.
En 1934, Manuel y Juan Manuel del Busto, construyen el Cine Avenida para Consuelo Laca en la esquina de la calle Álvarez Garalla, de materiales incombustibles (ladrillo y hormigón), como el resto de cines de la época.
El cine en los barrios de la periferia también estuvo presente, cine de barrio para gentes modestas, como el Cine Pumarín, el Cinema Asturias, más tarde conocido como cine Natahoyo… La zona oeste de Gijón vio la irrupción del cinematógrafo según el modelo de barracón o pabellón, con el Salón Popular, en la calle Laboratorios, que llegó a su declive con la llegada del cine sonoro en 1932. En torno a estos cines girará la vida social de sus vecinos, dónde se encontraban y conversaban.
Durante la Guerra Civil, un avión dejó caer una bomba sobre el Teatro Dindurra. Un año después los arquitectos José Mª Méndez y Usía y Gonzalo Cárdenas junto con Alfonso Sanchez del Río, reconstruirán y darán nuevo nombre al Teatro, ahora Jovellanos, abre en 1942.
En 1946 los arquitectos del Busto proyectan dos salas de cine y una sala de fiestas en las calles la Merced y San Bernardo. Estos son el teatro Arango, con fachada telón de plaqueta de vidrio visto pulimentado y el Teatro Albéniz, decorada con piedra artificial y algún paño a ladrillo visto. Ambos abren en 1951.
En 1949, Juan José Suárez y Cipriano Ojeda, propietarios de solar en la calle Fernández Vallín, esquina Padilla, encargan al arquitecto Miguel Díaz Negrete el Hernán Cortés, materialización de un conjunto de instalaciones de ocio en Gijón, con salón de fiestas y hotel, hoy Casino de Asturias.
En el 65 se crea el cine Brisamar, activo hasta 1981 y por esos años la FAC, más tarde llamada Cinema Royal y Quiquilimón, construida por Enrique Bustelo como arquitecto, Fernando León como aparejador y Carlos Díaz y Díaz, párroco de San José como promotor, puesto que su situación detrás de la iglesia lo hacía funcionar como cine parroquial.
El cine se consagró como una fábrica de sueños y las nuevas salas de cine, el lugar donde los sueños se hacían realidad, era un refugio de la rutina al alcance de todos los bolsillos. Pero como todo en esta vida, tiene un principio y un fin, la mayoría de ellos que han logrado perdurar en el tiempo, han visto lavadas sus caras en pro de nuevos usos, el resto han caido bajo la piqueta de la especulación inmobiliaria. La tradicional cultura del cine, llega a su ocaso con la aparición de la televisión. En los años 90 solo quedan en pie el Teatro Jovellanos, que cierra sus puertas en 1987 y reinaugura en 1995 como teatro municipal, el Arango hasta 1999, el Cine Albéniz, Maria Cristina, Robledo que cierra en 1992 y Hernán Cortés clausurado desde 1980.
El cambio de siglo trae nuevos aires y costumbres. Los centros de ocio y localizaciones de los nuevos cines son el los centros comerciales, durge el modelo del Multicine, más acorde a las innovacones técnicas actuales, efectos especiales y calidad de sonido e imagen. Se apunta esta tendencia desde 1979 cuando aparecen los Cines Hollywood, cerca de lo que fue el Teatro Obdulia, los cines del Centro Comercial Los Fresnos, hoy desaparecidos, o los Cines Centro en el centro comercial San Agustín. Antes del cambio de siglo llega el modelo que hoy conservamos, los cines Yelmo Cineplex de la Calzada, muestra más cercana a nosotros de la evolución del cine hasta nuestros días. Y ahora, con la era digital y el cine en casa, ¿Cuál será el siguiente paso del séptimo arte?
Cines Centro. Cines Yelmo Ocimax. |
Bibliografía:
- Cinematógrafo y Varietés en Asturias (1896-1915). Juan Carlos Vidal de la Madrid. Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias. 1994.
- La Ciudad de la Imagen: Cine, Cómic y Teatro. Alejandro Cuesta, Miguel Ángel Benito, Javier Cuervo y Francisco Díaz Faes. Gea Distribuciones Gráficas. 2000.
- Los Campos Elíseos. VV.AA. S.C.Gesto. 1993.
- El espectáculo cinematográfico en Asturias (1896-1915) Juan Carlos Vidal de la Madrid. http://www.raco.cat/index.php/Dart/article/viewFile/100454/151033.
Aida Rodriguez